sábado, 9 de agosto de 2008

ALITERACION


La aliteración es una figura retórica que consiste en la repetición de los mismos sonidos o fonemas utilizados en poemas o en prosa, para producir un efecto de musicalidad, provocar sensaciones agradables: suavidad, dureza, susurros, incluso pueden tener un sonido molesto.

Si la aliteración no tiene por objeto producir alguna armonía imitativa, o si ocurre independientemente de la voluntad del escritor, no es figura retórica, sino vicio del lenguaje, contrario a la eufonía. Así, dentro de la aliteración existe el Fonosimbolismo que trata de imitar por medio de las palabras y su sonido ciertos ambientes, movimientos o estados de ánimo.

Un ejemplo de aliteración es este fragmento de Gracilazo de la Vega:

“En el silencio sólo se escuchaba

un susurro de abejas que sonaba”

La repetición de sílabas que comienzan con la letra S, imita el sonido que hacen las abejas.

Dentro de la Aliteración también existe la cacofonía, que busca producir un efecto desagradable en el sonido. Un ejemplo es este texto de Quevedo:

Con testa gacha toda charla escucho,
dejo la chanza y sigo mi provecho;
para vivir, escóndome y acecho,
y visto de paloma lo avechucho.

Para tener, doy poco y pido mucho;

si tengo pleito, arrímome al cohecho;
ni sorbo angosto ni me calzo estrecho:
y cátame que soy hombre machucho.

Niego el antaño, píntome el mostacho;
pago a Silvia el pecado, no el capricho;
prometo y niego: y cátame muchacho.

Vivo pajizo y no visito nicho;

en lo que ahorro está mi buen despacho,
y cátame dichoso, hecho y dicho.

Quevedo

En cambio, la Eufonía es una Aliteración que produce un efecto grato y es una figura muy usada por Rubén Darío en sus poemas:

Claras horas de la mañana

en que mil clarines de oro

dicen la divina diana:

Salve al celeste sol sonoro

El Parómeon, es otra variante de la aliteración y se trata de textos elaborados con una sucesión de palabras que comienzan por la misma letra, por ejemplo:

Antes alegre andaba; agora apenas
alcanzo alivio, ardiendo aprisionado;
Armas a Antandra aumento acobardado;
aire abrazo, agua aprieto, aplico arenas.

Al áspid adormido, a las amenas
ascuas acerco atrevimiento alado;

alabanzas acuerdo al aclamado
aspecto, a quien admira antigua Atenas.

Agora, amenazándome atrevido,
amor aprieta aprisa arcos, aljaba;
aguardo al arrogante agradecido.

Apunta airado; al fin, amando, acaba
aqueste amante al árbol alto asido,
adonde alegre, ardiendo, antes amaba.

Quevedo

La Aliteración no solamente la utilizan los escritores en poesía, también recurren a ella en la prosa, ya que este recurso literario provoca sensaciones acústicas que enriquecen el significado del texto. Al leer e imaginar a los personajes y su entorno, es maravilloso que algunas veces casi podemos oír el molesto chirrido de la puerta o el cerrojo, las voces roncas y rasposas como rocas o suaves y sonoras como susurro.

Julio Cortázar es uno de los grandes maestros de la Aliteración. En el cuento “Un lugar llamado Kindberg”, Cortázar casi ofrece un plato de sopa al lector cuando se escuchan las “eses” en los párrafos y recrear así al personaje que toma sorbo a sorbo un plato de sopa, dotan al cuento de una dimensión sensorial que se percibe al leerlo en voz alta, y se puede entonces oír cómo se saborea una sopa, cómo arde la chimenea, se escucha la lluvia, algunas veces a través de la tautofonía o reiteración del mismo sonido dentro de la misma palabra.

"... a saber por qué pero tan bonito ver que el flequillo de Lina se alza un poco y tiembla como el soplido devuelto por la mano y por el pan fuera a levantar el telón de un diminuto teatro, casi como desde ese momento Marcelo pudiera ver salir a escena los pensamientos de Lina, las imágenes y los recuerdos de Lina que sorbe su sopa sabrosa soplando siempre sonriendo". - Julio Cortázar -


De nuevo gracias por leerme,

Esther Alvarado